de un lado a otro de mi cabeza saltas y culebreas,
preocupas y condenas mi asolada mente,
transtornas mi intelecto, otrora juicioso;
vas, vienes,...¡estorbas!.
Esas zozobras del alma inquietan, que no acongojan,
y aunque te esfuerces, mi vida, no oirás ni el eco de tus palabras, sólo un:
¡Para, neniña, para!
Wendy, 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario