viernes, 5 de marzo de 2010

Limpia

¡Qué bien sienta una ducha!. Por unos instantes, te desprendes de todo el peso, de todo lo malo...el agotamiento, el imsomnio, el dolor de espalda, las preocupaciones, los anhelos,...


En esos instantes, bajo la ducha, no piensas en nada, los músculos se van relajando, las inquietudes se cuelan por el desagüe a la par que la suciedad y el sudor.

Lástima que se desvanezca en cuanto sales del baño, suerte de castillo encantado en este caso, y la realidad te golpee. Y entonces sientes cómo cada músculo rebelde recupera su mala posición, cómo te falta la compañía, cómo se repite el ciclo.


No obstante, este círculo vicioso a veces se rompe, y entonces te sientes ligera, flotando, limpita y oliendo a piel y jabón, quizá sensual y poderosa. Querrías disfrutarlo con alguien, pero la ausencia no amarga el momento dulce, el hormigueo, las ganas de piel y caricias, pues bien puedes hacerte ese regalo.

Me gustaría tener una bañera, para prolongar esa relajación.

Y me gustaría ser más benévola conmio misma y ofrecerme estos momentos más a menudo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Violencia

Me siento violentada.

He sido la primera en llegar a una oficinas profanadas, revueltas, destrozadas. Al principio mi cerebro trataba de darle otra explicación, hasta que la cordura y la desazón se impuso: avisé a una jefa para que constatara lo que había pasado (ella no se percató de nada porque en el bajo, donde está el Laboratorio, no entraron), y me puse a hacer fotos de todo.

Algunos compañeros que iban llegando no entendían por qué había tenido la reacción de retratar este caos; puede que para hacerlo real y constatable, puede que por deformación profesional,..

Las fotos servirán para la denuncia en el cuartel de la benemérita, y para el seguro.

Si esta es la sensación que se experimenta cuando violentan tu lugar de trabajo, no quiero imaginarme lo que se llegará a sentir cuando violenta tu casa, el último reducto de intimidad y seguridad.

lunes, 1 de marzo de 2010

Especímenes laborales

Hoy, quizá por la falta de sueño, me ha dado por pensar en los diferentes tipos de trabajador que veo en mi empresa, y los estragos que en cada uno está haciendo la crisis.


Quizá, el rasgo más llamativo es que, como todavía no se ha despedido a nadie que tuviera un contrato indefinido (cuanto más precario es el contrato, más fácilmente te dan la patada en el culo), porque en este país, aunque el despido es libre (cosa que, ladinamente, se empeña en negar el presidente de la CEOE, se ve que por su suena la flauta y somos tontos), todavía no es gratuito, subyace una falsa sensación de seguridad (y digo que falsa, porque en un par de ocasiones ha estado a punto de llegar la sangre al rio, y me consta). El día que despidan al primero de nosotros, ese día alguno de los que se queden va a sufrir una crisis nerviosa. El truco es que uno de nuestros accionistas resulta ser la administración, bastante remisa al despido, por cuestiones de imagen, entiéndase, que preocupación por el vecino, la justa. Pero no es socio mayoritario y los otros hace tiempo que están pidiendo combates a muerte en la arena de este circo.


Así pues, nos encontramos al “babosa”, ese tipo que consigue eludir prácticamente cualquier responsabilidad que se le plantee, “largándosela” a otro; ese “sin sangre” que no es capaz ni de defender su trabajo ni de imponerse (ni le interesa, no sea que se acuerden de que existe), y a cambio nos obsequia a los que compartimos despacho con rabietas infantiles a destiempo, o con torticeros argumentos inflamables, que casi siempre consiguen calar en la mente de su subalterno, que es quien finalmente pone la cara, para que se la partan, pensando que es su deber. A este no me lo tiraría yo ni por caridad, pues seguro que delega en sabe dios qué o quién mi satisfacción, mientras que la suya sin duda sería ineludible.

A continuación, está el “pelota crónico”, es que, aparentemente, es una balsa de aceite, bueniño, complaciente (siempre con los jefes, con los demás, pues según la luna),…ese tipo que en contestarte a una pregunta sencilla emplea unos 10 minutos, contándote todos lo prolegómenos, no vayas a pensar que esconde algo, que no ha hecho todo lo que debía,…Así que cuando tiene el día un poco “borde”, lo suele pagar con los que estamos a su mismo nivel, y que habitualmente le apoyamos moralmente (con lo injusta que es la vida, pobriño, que todas le van a él). De este tampoco me fio, temo que por esas venas corra lava, y que en un entorno de confianza el volcán entre en erupción, así que…que lo aguante su familia.

Después está el "trepa" avaricioso, ese que ve en la crisis no un riego para su situación sino una oportunidad de promoción, si consigue que a su inmediato superior lo defenestren, instante en el que estará gustosamente dispuesto a ocupar su lugar, en el dolor del jefe defenestrado que ha hecho tanto por él (y le dará un sentido abrazo, el muy artero). Supongo que para un polvo ocasional, si el acostarse conmigo le reporta algún beneficio, por supuesto, no estaría mal, aunque sería mejor no repetir, no vaya a sentir el acero frío en la espalda.

Por detrás del "trepa", cual santa compaña, unos cuantos afrentados por la vida, que consideran que en la empresa se les ha tratado mal, no promocionándoles (si bien no dan para más de lo que hacen) en honor a su antigüedad laboral. Y cabe decir que, habida cuenta la pandilla de incompetentes a os que promocionana en algunas ocasiones, ¿porque esos si y estos no?; quizá su sentimiento de agravio tiene su razón de ser, ¿por qué a la empresa no se le nubló el juicio eligiendo a estos y no a los otros?, puestos a ser incompetentes...Aunque me parece que cuando estos avinagrados consiguen, inopinadamente, su objetivo, se vuelven insoportables. Demasiada mala leche, que se lo monten entre ellos.

El cobarde navega entre dos aguas,  adorando a los que están por encima en la jerarquía de poder, y "caciqueando" con los que estamos por debajo, si nos dejamos. Qué pena que haya gente que no se haya percatado de que estos ejemplares sólo te pisan si te dejas, que son como globos, les mueves los cimientos y se dehacen en halagos y milongas varias. Imposible para el sexo, creo que vomitaría.

El que se cree en peligro (alguno hay), y está dispuesto a la más baja o la más estúpida de las triquiñuelas para aparentar su propia indispensabilidad y la vacuidad de todos los demás, que podrán ser despedidos sin miramientos. Ni es capaz de ir de hijo de puta por la vida, ni las estrategias elegida son buenas, y aunque el tipo piensa que es listísimo, cualquier niños de 5 años podría ser más maquiavélico que él. Este, que se haga una paja, por listo.

También contamos con un par de gilipollas, posibles reencarnaciones de antiguos dueños de campos de algodón, pues tratan a sus subalternos en consecuencia, son más listos que nadie, y si te dejas, te gritarán, insultarán y humillarán todo lo que su ego precise en ese momento. Supongo que por tener una muesca más en el cinturón me los tiraría, eso sí, el reparto de poder iba a ser bien distinto…

Por supuesto, radio macuto no descansa en esta empresa, aunque yo soy la última en enterarme de todo, ¿debería preocuparme?.

Finalmente, varios entes confusos y desangelados pululan por las instalaciones, y todavía no saben por dónde les da el aire (y quizá no lo sepan nunca).

Y seguro que se me olvida alguno, aunque lo que yo quisiera es que se me olvidaran todos, y encontrar un nuevo nicho ecológico en el que analizar otros especímenes laborales, que a estos los tengo muy vistos, aunque algo me dice que iba a encontrar fenotipos harto similares.