viernes, 5 de noviembre de 2010

Cosas que me cabrean

Me cabrea la muerte.

Me cabrea que la vida no tenga un sentido último mas que morirse, y que la mayor parte del tiempo no vivamos con esta verdad presente, afanados en gilipolleces.

Me cabrea que me cabree no encontrar trabajo donde quiero ni vivir en la casa donde quiero, cuando tengo un trabajo y una casa.

Me cabrea no disfrutar de lo que hay sino amargarme por lo que probablemente no habrá.

Me cabrea que lo bueno pese 5 y lo malo pese 500.

Me cabrea que mi padre sufra los desengaños de las traiciones, porque es una de las mejores personas que conozco.

Me cabrea que la gente no sea de verdad.

Me cabrea que la gente haga lo que se supone que debe hacerse, y reaccione según socialmente se espera, y no como le pide el cuerpo, y aplicando su propia lógica.

Me cabrea que tú estés dispuesto a dar amor y lo rechacen por envidia.

Me cabrea no encontrar una afición que me llene.

Me cabrea que haya tan poca gente de verdad.

Me cabrean las intrigas laborales.

Me cabrea la mediocridad, la incoherencia y el instinto de protección sobre la fidelidad y el honor.

Me cabrea que se valore mucho más al que se queda hasta las mil en el trabajo, aunque llegue a las 11 de la mañana y se tire dos horas (o tres) comiendo, pero que se considere privilegiado a aquel que cumple sus 8 horas, su trabajo sea impoluto, pero de 8 a 4.

Me cabrea que no se valore ni se premie la excelencia en el trabajo, sólo si estás disponible cuando el jefe quiere que le apagues un fuego.

Me cabrea que, cuando es posible mejorarle la situación laboral a otra persona, falte la voluntad de hacerlo, por mezquindad, estrechez de miras, mediocridad y envidia.

Me cabrea que mi vida se consuma en un trabajo mecánico y sin alma.




Me cabrea no ver a mi chico todos los días.

Me cabrea tener que usar pastillas para dormir y sufrir las consecuencias de su uso el resto del día.

Me cabrea perder el tiempo sin producir, sólo porque la empresa en la que trabajo confunde presentismo con productividad.

Me cabrea tener tano que ofrecer y estar tan poco aprovechada.

Me cabrea haber estudiado tanto, haberme esforzado, para tener lo que tengo, pudiendo haber vivido más intensamente la vida que se fue, con el mismo resultado.

Me cabrea tener la sensación de nunca hacer lo suficiente, nunca cubrir las expectativas, haber defraudado a la gente que esperaba más de mi. Y sobre todo, la sensación de estarme defraudando a mi misma, en cierto modo.

Me cabrea el no ver la salida, el no saber aceptar ni acomodarme.

Me cabrea comprender que si intento evolucionar en mi vida laboral corro el riesgo de cargarme la personal, y ese es un riesgo que no estoy dispuesta a correr.

Me cabrea transmitirle a veces mi amargura a mi pareja.

Me cabrea que la inconsciencia, egoismo y minoría de edad de mi familia política le haga tanto daño a mi pareja.

Me cabrea que mi pareja se tenga por menos de lo que es. Me cabrea que no respeten sus diferencias.

Me cabrea que la gente no se molesta en entender las buenas intenciones de mi madre y sólo se quede en la superficie de su carácter difícil.

Me cabrea no saber qué me gusta, a que puedo dedicarme, en qué llenar mi tiempo, e insistir en esta sucesión de cursos que, probablemente, no me llevan a ninguna parte.

Me cabrea mi falta de paciencia y mi tendencia a la desesperación.

Me cabrea ser tan floja físicamente, siempre tener algún dolor, alguna pequeña incomodidad: insomnio, reacciones alérgicas, contracturas,…

Me cabrea estar cabreada.

Me cabrea estar cansada.

Me cabrea la parte miserable de las personas que hacen daño gratuitamente por avaricia, inconsciencia o deformaciones de la realidad.

Me cabrean tantas cosas que no sé cómo me caben dentro.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Con el corazón de luto.



Por lo evidente y por lo que no lo es tanto.