miércoles, 7 de abril de 2010

La interpretación de los sueños

No, no voy a hablar de Freud (creo). Llevo un par de dias soñando por las noches, o al menos recordando lo que sueño. Me acontece desde que duermo sola, y no sé si se prolongará en estas dos semanas de soltería que me esperan. Quizá el no tener el cuerpo querido al lado me genera incertidumbre.



Recuerdo los dos últimos sueños, de esta mañana. En el primero, soñé que quería hacer una ruta en coche y me perdía una y otra vez; ni el navegador ni las indicaciones de los lugareños conseguían que me dirigiera a mi destino.

Recuerdo haber tenido sueños de este tipo desde hace más de 15 años, con la sutil pero reveladora diferencia de que antes soñaba que viajaba hacia un sitio conocido (una aldea llamada Parada de Achas), por un camino vagamente familiar (aunque ilusorio), en el que, invariablemente, me perdía al llegar a un tramo de montaña escarpada y helada, me angustiaba buscando el sendero correcto, y finalmente lo encontraba, momento en que despertaba, en la certeza de que de haberse prolongado la ensoñación, habría alcanzado mi objetivo.

En el segundo sueño vuelvo a la universidad; aunque ni la arquitectura ni la decoración del edificio de ciencias se corresponden con las reales, sé que estoy en mi facultad, y llego tarde a una clase extrañísima a la que, por lo visto, debía asistir, y de la que me he perdido la primera sesión.

Al llegar, consigo un sitio donde buenamente puedo, y espero a un profesor bastante particular: un tipo con un pantalón de pana y una chaqueta negra de cremallera. Recuerdo haberle clasificado como del tipo "Amo a Laura" descuidado, y sus palabras suavemente hirientes parecen confirmar mi primera impresión (de estos he tenido muchos, hasta novios he tenido, qué fatiga...).

No me entero de nada al principio, ya que me faltan los apuntes de la sesión anterior, pero poco a poco voy entrando en la temática, y me sorprendo al observar dos cosas: que la clase parece más una mezcla de ética e historia que una asignatura de ciencias, y que a medida que me he ido implicando en la materia, se ha ido operando una transformación en el profesor. Éste se ha despojado de su chaqueta, que cuelga displicente de una mesa para uso docente, y para mi sorpresa, nos muestra que lo que yo creía un pantalón de pana (modelo "foro de la familia"), es un peto de pana, y que lo que imaginaba una camisa azulita bien planchada con su polo ideal de la muerte, resulta ser una camiseta de manga corta, de esas con mensaje; además, al quitarse la chaqueta se ha despeinado (más), y comienzo a interesarme más por el ponente que por la exposición, notando que también mi anatomía comienza a interesarse por la carne y no por el verbo...

Muchas veces me he soñado volviendo a la universidad, generalmente muy contrariada porque he descubierto que me falta alguna asignatura para licenciarme (creo que es un sueño bastante común entre los que hemos tenido la suerte de acceder a estudios superiores). El edificio es y no es (al igual que en mi sueño mañanero de hoy), y en algún momento mi subconsciente se revelaba diciéndome que yo tengo mis papelitos en casa y que aquello no puede ser, y...¡abracadabra, me despertaba!.



¿La diferencia?, me parece que ahora estoy todavía más perdida que hace 15 años, o quizá ha aumentado el miedo a perderme, no lo sé; y desde luego, me cago en el depertador por impedirme descubrir cómo evolucionaba mi metamórfico profesor...quizá trate de soñar con él esta noche, aunque eso no suela funcionar.