viernes, 11 de junio de 2010

Cuando llueve

En días como este, en que ya estoy agotada de una semana otoñal, triste y mojada, desearía tener una estupenda piel de animal a modo de alfombra, que mis muebles se suspendieran en el aire (ya que encontrar espacio en un piso de 45 m2 es casi imposible) y tumbarme en el suelo sobre esa alfombra, al calor del hogar y envuelta en el cuerpo desnudo de mi compañero (estaría bien que el suelo fuera de madera y no losas de terrazo, pero con lo de los muebles suspendidos me conformo, :)).

Difílmente habrá un sitio mejor para estar cuando llueve. Eso sí, condición indispensable es que él no trabaje, no esté dormido y se avenga, pero algo me dice que si los muebles se pudieran suspender....lo tenía hecho.