Acudo a las fuentes habituales: bibliografía, testimonios,...y nada me ayuda a entender cómo morir.
Podría fácilmente aprender a poner una mesa elegante, en qué posición deben estar mis invitados, cómo limpiar manchas de esto y lo otro, teorías físicas sobre el funcionamiento del universo, burdas hipótesis corriendo al rebufo del mundo, la fisiología de la muerte, pero de cómo morirse,...¡del cómo, nada!.
Me pregunto cómo, si ese es nuestro destino, lo descuidamos tanto...
En cambio, sobre la petit mort, oleadas de información ;)
ResponderEliminarBesos!
Solo alguien que haya muerto podría dar ese tipo de "lecciones" que a todos nos vendrían tan bien. Lo demás son especulaciones.Creo que a todos nos preocupa lo de la muerte.Pensar en la muerte e incluso visualizar nuestra propia muerte podría servir como preparación, pero eso ¿quién lo sabe?.
ResponderEliminarDifícil cuestión planteas.
Un saludo
Si. Me llama la atención que en esta sociedad de la satisfacción inmediata (o a lo mejor precisamente por eso) se dejen de lado este tipo de experiencias, ligadas en el imaginario colectivo con fracasos...es algo que también le pasa a los abortos, y sólo entras en la "logia de la pérdida" cuando te pasa a ti o a alguien muy cercano. No se habla. No existe...Parece poco saludable.
ResponderEliminarSiempre he pensado que la muerte era un plan del destino del que nadie podía escapar. Que ese momento simplemente llegaba y ya estaba. Sin comos, sin formas. Fin, vacío. Sin avisos, sin whatsapps.
ResponderEliminar¿Cómo saber si estamos muriendo bien?
Me ha chiflado. :)
Miss Carrousel.
No lo sé por mi :), pero del contacto que he tenido con la muerte, me ha dado la impresión de que el que se muere sabe que se muere, y en cierto modo elije cómo...si lucha, si se enfada, si es capaz de controlar el miedo, si lo acepta...
EliminarObvio que es algo que se pasa solo, pero en esa soledad tiene que poder haber una mano que se extienda y te transmita: "sé lo que está pasando, y voy a estar acompañándote hasta el final".
Se me ocurre; nos afanamos en que los moribundos no mueran, pero no les acompañamos, nos negamos la evidencia y se la amargamos a ellos...