El primer pensamiento que cruzó mi mente fue: "estas uñas necesitan una lima pero ya". Es la consecuencia de haber estudiado piano de pequeña: permanece una culpabilidad residual cada vez que las uñas crecen más de la cuenta.
Y justo después de haberme puesto las peras al cuarto...vi las manos de mi abuela. Las vi como si ambos pares de manos fueran las mismas manos, con la única salvedad de las uñas como garras, pintadas con colores llamativos, que solía lucir ella.
Lo cierto es que, en realidad, sí que son las mismas manos.
Y sentí que eso es lo más cerca que estaré nunca de la inmortalidad...
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