lunes, 19 de septiembre de 2011

Requiem

La última vez recogiendo avellanas. La última vez que retiro las hojas. El sol en mi espalda adormece mis sentidos.

Recorro tus fauces vacías, mis pasos son eco del deseo insatisfecho. Miro triste este sueño que se desvanece, y ese piano desafinado que aún albergas.

La agridulce sensación de que mi tristeza también es la alegría de otro, el descanso de otro.

Adiós a mi casa...


Wendy, 2011.

4 comentarios:

  1. Oye Wendy, que noto en este texto la influencia de la prosa poética de Zeltia. Todo se pega (incluso la hermosura).
    La melancolía de lo que pudo haber sido y no fue, bueno, de eso tod@s tenemos...

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  2. Jajaja,...acababa de leer a Zeltia y a sus uvas. Me temo que, o bien soy una imitadora nata, o bien me llega todo tanto que me sirve como canal, y ese era el tono para despedirme del que ha sido mi hogar familiar durante 17 años (además, en algún momento cometí la estupidez de fantasear con quedármela, pero la vida me demostró reiteradamente que no).

    En breve me tendré que despedir también del que fue mi primer hogar familiar (que también va a doler), y quizá vuelva a contagiarme de zeltiavertida.

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  3. :-)
    un adiós que te deixa melancólica; normal que utilices ese tono poético para a despedida.
    [Eu síntome agasallada coas palabras de Susana]
    e quedo pensando nesas avelaneiras...

    Cando sexas velliña, wendy, os ollos viaxarán de calquera outra avelaneira a esta de agora que ti deixas.
    Mesmo lle porás música, tal vez, inda que non sexa José Afonso,
    nin a letra que ecoe dende o futuro unha cantiga:

    Bailemos nós já todas três, ai amigas,
    so aquestas avelaneiras frolidas,
    e quem for velida como nós, velidas,
    se amigo amar,
    so aquestas avelaneiras frolidas
    verrá bailar.


    (Quedo sentida polo da casa.)

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  4. ¡Ay, Zeltia!, lo que escribes es siempre dulce...

    No debiéramos atarnos a las cosas, pero en el momento de la despedida uno no suele ser tan racional ni aceptar plenamente los vericuetos de la vida. Desearía uno torcer el destino...

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