Pero hoy están juntos desde las 4 de la tarde, y aunque ella no duerme la siesta, procura ser quien le despierte, amorosamente, con besos y caricias. Y eso se dispone a hacer también hoy, con cuidado y delicadeza, y él le responde acogiéndola a su lado con firmeza, al calor de su cuerpo relajado.
Así permanecen por un tiempo, hasta que comienzan a besarse y acariciarse como suelen, sin que nada vaticine el desenlace, a saber, sexo oral para ella, coito para ambos, emociones, orgasmos uno para cada uno y un mar de lágrimas y emociones que ya no se contienen, porque no pueden recordar cuándo fue la última vez que pasó esto, y tampoco les es fácil recordar cuando intentaron comunicarse mediante el sexo y no sufrieron.
Hai cousas tan "normales", habituales, preciosas na nosa vida cotiá, que perdemos a perspectiva do especialísimas que son.
ResponderEliminarMe alegro tanto de que hayais recuperado -sin partes negativas- esa maravillosa manera de comunicarse y de sentir.
Un abrazo, Wendy
Debería estar contenta (y lo estoy), pero me supera el pavor a que sólo haya sido un espejismo. Lo veremos.
ResponderEliminarA veces es tan normal ese sexo con dolor, tan intenso por dentro, que suele ser reflejo de un desencuentro que no se sabe como resolver. Te comprendo más de lo que imaginas. Un besote.
ResponderEliminarSi, lástima que el desencuentro fuera conmigo misma, lo que me hacía estar más triste y con más sensación de culpabilidad, si cabe .
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