La música suena, la luz cálida difumina sus cuerpos como si de una caricia amorosa se tratase.
Felices y ajenos al mundo, concentrados en sí mismos, se cuidan y se miman los amantes.
Ella, en un impulso de posesión, se sube a horcajadas encima de él, y comienza a besarle y abrazarle mientra él acaricia la espalda de la amazona, tímidamente primero, con firmeza instantes después.
Todo ese amor que les brota se vierte en sus ingles y en sus pechos mientras juegan y se abrazan; se frotan rítmicamente, mientras disfrutan sus risas cristalinas, y sin previo aviso, a ella le recorre una corriente de placer por la columna vertebral; se queda paralizada, como a la expectativa, sin acabar de reconocer lo que acaba de pasar, y acto seguido le abraza fuerte, emocionada.
...mmmmm...
ResponderEliminarqué rico.
me haces pensar en dos adolescentes, conociéndose, desde su propio cuerpo y como reflejo en el otro.
Bonita escena. Me estremece a pesar de que la creía ya olvidada
ResponderEliminarHay redescubrimientos en los que la edad es intrascendente, y las emociones, plenas. Ya ves, cosas sencillas, hay quien diría que incompletas, y cuánta plenitud ofrecen.
ResponderEliminarSí que es bonito, Wendy...
ResponderEliminarMuchísimas gracias.¡Ya lo había leido!.
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