martes, 13 de octubre de 2009

La atracción sexual y el modelo de belleza imperante

La atracción sensual hacia otra persona es un misterio. En términos generales, se podría decir que los criterios de selección seguidos instintivamente por cada quién son personales "e intransferibles"; al menos, yo no he encontrado a nadie con quien coincida al 100% en mis gustos en cuanto al objeto de deseo.

Claro está que no tiene por qué coincidir ese patrón con la persona con la que, en el mundo real (y no en el de las fantasías onanistas), te involucras en una relación romántica, aunque supongo que si lo que se pretende es tener sexo placentero, se buscará ese patrón con mayor ahínco.

Y la mayor parte de la gente que conozco tiene una idea bastante clara de sus preferencias visuales, con mayor o menor concrección (desde el que sólo busca una identidad entre imágen e identidad sexual: es decir, que sea un/a mujer/hombre y lo parezca, hasta el que te describe su prototipo con tal lujo de detalles, que empieza a resultar muy inquietante la idea de la clonación humana).

Por si interesa, a mi me gustan las espaldas anchas, las piernas fuertes, la piel cetrina, los ojos chispeantes, el pelo oscuro, la sonrisa fácil, saludables pero no de gimnasio: nada de músculos marcados mediante "machaque sistemático", que me retrotrae a otros ancestros de la especie. Y altos, es decir, grandes (con las restricciones anteriores sobre los músculos anabolizados); hombretones que me hagan pequeñita.

Entonces, ¿por qué nos empeñamos con ahíco en alcanzar el modelo imperante de belleza como autoimpuesto, incluso aunque contradiga nuestros gustos?.


Chicas Dove (*)

(*) Ojo, que de estas chicas he oido decir a otras mujeres que están gordas, que cómo sacan a esas vacas en un anuncio; y eso que hay "casting" y toma de medidas y toda la pesca, ¿que te crees?, bellezas reales pero seleccionadas, no se vaya a tener que esforzar mucho la "peña" en encontrarles la belleza.

El colmo de la paradoja es escuchar por casualidad la conversación de las empleadas de una tienda de ropa (una de tantas, estoy segura), como hice yo con total estupor este fin de semana mientras trataba de probarme unos pantalones en los que, literalmente, era imposibles de subir, cerrar, y no digamos nada de moverse o respirar (¡qué lujos, madre!).

En el curso de mis denodados esfuerzos por introducirme en una supuesta talla 42, la más grande que encontré en una tienda que se precia de tener hasta la 46 (pues o bien la conservan como una reliquia, o LA talla 46 que llega a principio de temporada la rifan entre las, digamos, exhuberantes como yo) , alcancé a escuchar la conversación de estas post-púberes vendedoras de moda para mujeres jóvenes (ojo, véase que no digo chicas ni adolescentes, para clarificar el tipo de tienda y cuál es la clientela diana de la misma, lo que hace la conversación aún más surrealista, si cabe).

La cosa comenzó con una revisión de rasgos de delgadez (o no) heredados de sus progenitoras (ojo, que al parecer sus padres no han tenido nada que ver), para progresivamente ir degenerando hasta sacar la cinta métrica (verídico) y medirse el busto, cintura y cadera para comprobar si sus medidas coinciden con las "ideales". A fuer de llegar a la conclusión de que la visión de una modelo de 1.80 m con estas medidas debía ser aterradora (aunque yo la considerería edificante, sobre todo en vivo, no por la tele, que ciertamente engorda) todas concluyeron que, o bien tenían un culo enorme, o una barriga alienígena,....

Así que yo, tras renunciar al envasado al vacío que suponía la supuesta "talla grande" del lugar, y sudando como una mona por el esfuerzo, me dispuse a salir del probador, y al hacerlo me topo con las deforme muchachitas: ¡cuatro fideos chinos!; la de la barriga alienígena, la cual se palpaba con desespero, tenía una protuberancia abdominal del tamaño de un garbancito seco, os lo aseguro, es más, tengo testigos.

¡Y yo qué hago!, ¿me tiro por la ventana?; desnuda, por supuesto, porque no me cabe la ropa.

Así que ni siquiera los que más se acercan a ese ideal en que, en el caso de la féminas, tiene alrededor de un 23% menos de grasa corporal que una mujer con normopeso (es decir, con el dichoso Índice de Masa Corporal divino de la muerte), se ven gordas, deformes, completamente obsesionadas por el peso, la tripa, tener demasiadas curvas, no tenerlas,.... casi sin atributos sexuales femenimos claros (léase culo y tetas, por Dios, de toda la vida).

Modelo imperante

Eso sí, ellas pueden vestirse como quieran, no con lo que les entre.


P.P.S. ¿Alguien sabe por qué carajo los pantalones "chulos" de tendencia sólo se fabrican hasta la 42, y de los clásicos de señora sí que hay más talla (si tienes la suerte de encontrala)?. Es que sólo les falta poner en la etiqueta: "si estás gorda, jódete". ¿Las rellenitas no tenemos derecho a vestir a la moda y que nos siente bien, porque eso invalidaría el criterio imperante?.

20 años luchando con esto son muchos, y dolorosos.

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