En un remedo de la película "El pisito", con un genial y desafortunadamente extinto J.L. López Vázquez: si, estoy buscando un coche, y me está costando lo mismito que al protagonista (o protagónico, que me encanta esta palabra, no lo puedo evitar), salvo que yo no tengo viejo verde con el que casarme para obtener el preciado bien (a no ser que asesine a mi costillica o cometa poligamia).
Horrorizadita estoy de los precios de los vehículos, y también de la sarta de estupideces que, según comentan los comerciales de los diversos concesionario, demanda la gente. Estoy empezando a sospechar que la gente vive en su coche, porque si no: ¿a qué conexión USB?, ¿a qué conexión del Ipod?. ¿Asientos de cuero?,¡uff, con lo que suda!.
¿Y si, en efecto, la gente, ante la carestía de piso a precio razonable en propiedad o alquiler, está viviendo en sus coches, al menos el 90% del tiempo?, eso sí, el otro 10% irán a la casa paterna o materna a dormitar y a que les hagan la colada, que ya sé yo cómo va esto.
Si así fuera, creo que la "peña" lo está enfocando mal.
Las preocupaciones deberían estar relacionadas con la habitabilidad y confort; es decir: ¿tengo posavasos o se me caerá el cuba-litro encima cuando pruebe la mezcla?, ¿los asiento son cómodos o parecen lija?, ¿puedo llevar a mis colegas holgadamente?, ¿la colilla del peta la tiro por la ventanilla o hay cenicero? y lo que es más importante, ¿los asientos se reclinan lo suficiente y están mulliditos como para echar unos buenos polvos?, porque vamos, el coche medio es incómodo de narices para los desahogos amorosos.
A esta juventud, como el “Mi querida señorita”, nadie les ha explicado cuál es su verdadera identidad, por eso creen que son MACs con conexiones Ipod, USB,..., y no personas con necesidad de cubículo follador.
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